“La
psicoanalista austríaca Alice Miller (1980), en su libro For your own good (“Por tu propio
bien”), afirma que la pedagogía venenosa tiene lugar cada
vez que las personas adultas abusan del niño, ya sea física o psicológicamente,
bajo el pretexto de que este tipo de acciones son beneficiosas para éste”
(Fernández Balboa, 2005).
“Una vez sometido con frecuencia
a este proceso de dolor y decepción, el niño llega al extremo de negar sus
propias emociones y de aceptar como normal (incluso como bueno) lo que el
adulto hace. De hecho pocas alternativas tiene el niño, dado que ni puede
defenderse físicamente, ni puede huir, ni puede entender lo que está pasando.
Por consiguiente, el único remedio que le queda es negar sus propias emociones
y sentimientos de afligimiento, rabia, pena y dolor, hasta
el punto de aceptar como cierto y como bueno lo que se le dice y hace. Claro
está, cuando el niño sus propias emociones y sentimientos, pierde el compás de
su propia personalidad y las substituye por las acciones y palabras que ha
aprendido de la persona mayor. Sin embargo, los verdaderos sentimientos no se
eliminan, sino que se quedan en el subconsciente y emergen inesperada y
violentamente a edades más avanzadas” (Fernández Balboa, 2005).
Características de la pedagogía venenosa |
Pues bien, una vez investigado
sobre el tema hemos llegado a la conclusión de que ¡¡¡hemos sido unos pedagogos
venenosos!!! Muchas veces cuando me venían niños/as llorando a la piscina, incluso
algunos montando números desorbitados, porque le tenían un pánico terrible al
agua (u otras razones) mi solución era que “lo bueno” para el niño/a era
permanecer en la piscina porque si permitíamos que se fuera con la madre/padre
nunca aprendería a no llorar para entrar a la piscina. Pues en algunos casos
funcionó, incluso en una sola clase, pero de esta manera sin darme cuenta
estaba siendo un pedagogo venenoso ya que lo único que me importaba era que el
niño no llorara cuando entrara a la piscina. Por lo tanto, los niños/as aceptaban
como bueno lo que los padres y yo (como monitor) les transmitíamos quedándose en
la clase realizando algo a lo que tenían pánico.
La natación tiene innumerables
beneficios pero quizás en estos casos debería ser el niño/a quien por voluntad
propia quisiera descubrir la natación y no obligándolo en contra de su voluntad.
En el siguiente post seguiremos profundizando
en el tema e intentaremos combatir la pedagogía venenosa así como seguir analizándola
desde nuestra experiencia para que sirvan de ayuda a nuestros compañeros/as y lectores/as.
Por último recomendar el libro: “La otra cara de la enseñanza. La Educación
Física desde una perspectiva crítica.” de Álvaro Sicilia Camacho y Juan
Miguel Fernández Balboa (coord.) del año 2005 y de la editorial INDE; el cual
nos interesa como futuros educadores físicos. Exactamente el capítulo 7 (punto
3.2) habla sobre la pedagogía venenosa.
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